
Concierto de inauguración de la Placeta Joe Strummer. Foto: GranadaiMedia
En ocasiones me han mandado a cubrir actos que realmente me hacían ilusión, a participar en momentos en los que iba a informar, sí, pero también a pasar un buen rato. Cosas como la inauguración, el pasado lunes, de la Placeta de Joe Strummer, un rockero que se enamoró de Granada como yo del Realejo, el barrio donde su nombre ahora figura en una placa. Hay que ver cómo es la vida: un tío que fue okupa en el Londres de mediados de los setenta y ahora tiene una plaza a su nombre…
Después del descubrimiento de la placa, los agradecimientos y esas cosas hubo música. Habría sido un pecado que no la hubiera, claro. Y no fue el concierto de mi vida, pero posiblemente sí uno de los más emotivos. Vale, dio toda la impresión de que Antonio Arias había tomado más de un trago a la memoria de su amigo antes de colgarse la guitarra, y es posible que la viuda de Strummer se sorprendiera del excelente nivel de inglés inventado que exhibió José Antonio García cuando interpretó London Calling, pero son cosas menores. Allí se trataba de recordar y de hacerlo con cariño.
Sorprende la difusión que ha tenido el asunto, lo que viene a demostrar que afortunadamente no sólo venden el periodismo dramático, el sensacionalista o el que nos amarga la vida con tanta mala noticia económica. También hay un lugar para el de las buenas historias. Lo hubo, lo hay y, espero, lo habrá.
De la misma forma que hay acontecimientos, como los del lunes, que pueden servir para poner de acuerdo a todos o a casi todos. Por allí se pasaron bastantes políticos, de distintos partidos y, al menos por lo que yo percibí, se les veía bien juntos. Lo que viene a demostrar la teoría de que los políticos, como los psicópatas, no se pasan las 24 horas del día haciendo el mal. Pero no es que quiera yo comparar a los unos con los otros, vamos…
En lo personal, aquello también me sirvió para algo gratificante: por un rato me volví a sentir periodista. Ejercí de algo así como lazarillo musical para una magnífica crónica de alguien de quien me siento profundamente orgulloso y de la que luego se hicieron eco un montón de medios.
Cosas así merecen la pena, ¿verdad?
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Granada despierta con artesanos sin techo y una biblioteca sin luz | Granada despierta
¡como me hubiera gustado estar allí y celebrarlo juntos con unas buenas birras! Peazo de tarde en tan hermoso barrio. Me corroe la envidia (la mala, si, la mala..), ja, ja,..
jesus mescua
No te preocupes, estuviste aunque no te dieras cuenta. Tú y todos los que habéis disfrutado en alguna ocasión en Graná.
Guillermo Ortega