Antes que nada, mi gratitud perpetua hacia la gente de Giro Comunicación. Si no fuera porque soy heterosexual y/o tengo pareja, os comía a besos.
El pasado sábado terminé un curso de Gestión de Redes Sociales, que es un término que me gusta bastante más (y está como más en mi idioma) que el de Community Manager. No sé por qué, pero ese último a mí me remite más a presidente de bloque que a otra cosa.
El caso es que, con un rápido movimiento, he pasado de estar absolutamente desconectado a tener cuentas en Facebook, Twitter, Pinterest, Google Plus, Linkedin y no sé si alguna más. Y, para un neófito (y torpe) como yo, tenerlo todo más o menos ordenadito es un ejercicio de autocontrol nada desdeñable. El otro día, así por la cara, le di a no sé qué botón y le pedí amistad en el Linkedin a 35 personas, a algunas de las cuales no estoy seguro de conocer siquiera.
Lo que no comparto del todo es eso de que el acceso masivo a las redes nos haga más libres
No sé cómo me siento, si es que les interesa conocerlo. Por un lado sé que son herramientas potencialmente útiles en el hipotético caso de que alguna vez vuelva a trabajar. Y aunque eso nunca suceda, por lo menos son cosas que entretienen. A mí Facebook me parece un patio de vecinos simpático a ratos. No diré que no veo desde detrás de mi visillo más narcisismo de la cuenta (y no digamos ya en Twitter, refugio ideal para los que no pueden vivir sin pontificar), pero el escapismo, como opción, no me parece mala cosa.
Lo que no comparto del todo es eso de que el acceso masivo a las redes sociales nos haga más libres. A ver: sí y no. Es obvio que cuantos más canales de comunicación utilicemos, más ventanas al mundo tendremos. Pero tengo para mí (y que los que entienden más, lo que quiere decir casi todos, me corrijan) que esas ventanas nos conectan a enormes, gigantescas bases de datos a las que estamos facilitando un montón de información. Y vaya usted a saber cómo la utilizan.
Pienso en lo que acaba de decir Obama y me entran escalofríos. Reflexiono acerca de algo que sostiene un conocido, que asegura que en realidad detrás de Google y Facebook están la CIA y fulanos así, y tiemblo aún más. Mi preocupación aumenta cuando me viene a la memoria que otro amigo, informático de profesión, me contó que de hecho, si la policía quisiera, podría revisar todos y cada uno de nuestros correos; con permiso judicial pero, llegado el caso, también sin él. Y todo eso lo enlazo con algo que me pasó hace como quince años, en los albores del correo electrónico: por cosas de la vida, resulta que mantuve relación epistolar (y sólo epistolar, esto que quede bien claro) con un tipejo del que después supe que había sido detenido por presuntos abusos sexuales a menores. Cuando me enteré de esa detención recordé que días atrás yo había observado unos movimientos muy raros en mi correo, como si alguien hubiera estado allí trasteando. No digo que sucediera, ojo, pero…
¿Desembocará esto en el futuro en un Gran Hermano a escala planetaria?
Vale, vale, ya estoy oyendo los argumentos: «Si no tienes nada que ocultar, eso te tiene que dar lo mismo». Sí, probablemente es así. Pero, con la mano en el corazón: ¿no es cierto que a cualquiera se le puede ocurrir enviarle a su pareja la fotillo subidita de tono que se hicieron el fin de semana anterior? ¿O que uno se puede levantar un día con el pie cambiado (porque se ha enterado, un poner, de un nuevo y sangrante caso de corrupción) y revelar a sus amigos que le están entrando unas ganas inmensas de coger el primer Kalashnikov que encuentre y llevarse a unos cuantos por delante?
Puede pasar, ¿verdad? Bueno, pues entonces no nos pongamos la venda como en el poema de Brecht y asumamos que algunas personas, si lo tienen a bien, nos pueden controlar.
¿Desembocará esto en el futuro en un Gran Hermano a escala planetaria? No puedo asegurarlo, pero sí sé que esto ya no tiene marcha atrás. Salvo escasísimas excepciones, todos estamos ya enredados. Hasta yo, con lo que me resistí. Recuerdo que cuando me intentaban convencer de las virtudes del Facebook, me oponía argumentando que alguien se tiene que quedar fuera. Ahora me imagino una película de ciencia ficción protagonizada por unos rebeldes (la resistencia) que se niega ahora y siempre a someterse al dominio del Dios Google.
[…] Nuestro compañero Guillermo Ortega cuenta en su blog ‘Horas Contadas‘ cómo ha sido su aterrizaje en las redes sociales después de asistir a uno de los cursos de formación de Giro Comunicación. La experiencia le sirve para enredarse entre tanta telaraña de redes. No se pierdan sus conclusiones. […]
Granada despierta con el alcalde envalentonado | Granada despierta
Desde una resistencia pasiva y claudicadora, le animo a usted a seguir enredando. Sea donde sea. Salud
Ángela
Veré qué puedo hacer. Salud y suerte. Y a ver pa cuando esos vinos que tenemos pendientes, que en los bares se resiste mejor.
Guillermo Ortega
Mientras más seamos enredando mejor lo pasaremos. Eso sí, cuando sea mayor me encantaría estar offline todo el día.
¡Bonita foto!
Encarni
En una tumbona, puestos a pedir.
Guillermo Ortega
y no sólo eso, ¡cuidao! ahora en los procesos de selección laborales está muy de moda pedir tu perfil de Facebook para ver de q pie cojeas y no digamos de aquellos q la empresa ha investigado por su cuenta y ha visto a empleados poniendo a parir al jefe o compañeros… «Sr. Fernández!! ¿no estaba usted enfermo el pasado jueves?? pues acabo de ver su foto en Lanzarote y muy sanote»… eso ha paso de verdad…
Yo en redes sociales, pongo lo justo.
jesus mescua
Y eso que se ahorran en detectives…
Guillermo Ortega