07
noviembre

No future

Príncipes, Alhambra, Granada

Estoy en la taberna La Tana charlando con un tipo al que conozco, que tendrá sólo unos pocos años más que yo y que trabaja de camarero, aunque ese día está fuera de servicio. En un momento dado me dice esto: «Yo no sé cuándo va a empezar la recuperación económica ni si España va a volver a estar como estuvo, pero creo que, si eso ocurre, ni tú ni yo lo vamos a ver».

No sé qué habrían hecho en mi lugar, pero yo me pedí otra.

Días después me encuentro en Algeciras con un amigo de mi edad que me comenta que el que pierda ahora su puesto de trabajo igual se le aparece la virgen y encuentra otro más adelante, pero desde luego no en las mismas condiciones que el de antes. Tendrá menos sueldo, menos extras, menos derechos sociales… «Al final aquí van a acabar con la clase media. Van a estar, por un lado, los que tienen el dinero, que son los menos, y por el otro los que con suerte ganen mil euros al mes», opina.

Porque estábamos al aire libre y no había un bar en menos de doscientos metros a la redonda, que si no me pido algo.

Otro buen hombre, también de mi edad, me comenta sólo una semana después que está harto de que cuando dice que es funcionario le miren con cara de envidia y le suelten algún comentario sobre la suerte que tiene, porque a lo largo de los últimos cuatro años ha visto no sólo que su sueldo seguía congelado, sino que también desaparecían como por arte de birlibirloque un montón de complementos de su nómina, de manera que ahora gana un 30% menos que entonces. Pero ni su hija come un 30% menos ni han bajado en ese mismo porcentaje la gasolina, la luz, los seguros y esas pamplinillas.

Conclusión: si sigo escuchando cosas como ésas, voy a terminar muy malito del hígado.

«A España no la va a conocer ni la madre que la parió», proclamó Alfonso Guerra poco después del primer triunfo electoral del PSOE, en 1982. Efectivamente, no hay quien la conozca, pero no por lo bueno, sino por todo lo contrario. Mire uno para donde mire, sólo encuentra desesperanza, malestar, estrecheces, agonía. Y mejor que no se mire para adentro, no sea que se deprima.

Por más que estiremos el cuello, no vemos nada en el horizonte que nos permita ser optimistas

Sólo nos quedan consuelos, siempre habrá alguien que esté aún peor que nosotros, y desde luego es lamentable, pero esa no es la perspectiva, o no debería serlo. Lo suyo sería que aspiráramos a prosperar, como hicimos una vez. Pero eso parece ahora fuera de nuestro alcance. Si podemos conservar lo que tenemos, ya nos daremos con un canto en los dientes. Y por mucho que nos asomemos, por más que estiremos el cuello, no vemos nada en el horizonte que nos permita ser optimistas.

Nos han quitado las ganas de todo. Tan resignados estamos a nuestra suerte que nos alegramos con las cosas más simples, y a veces hasta sacamos pecho y todo.  Tenemos 105.000 parados en la provincia pero, a juzgar por lo que dice la prensa, deberíamos estar muy contentos porque recientemente se rodó aquí una importante película, y más aún porque un tipo que un día será rey por el simple hecho de que su padre lo es, visitó la ciudad acompañado de su bella y estilosa esposa y sus dos encantadoras hijas, la mayor de las cuales, por la misma regla de tres ya explicada, un día será reina sin nadie lo remedia. De hecho, cuando ocurre una catetada de ese estilo, los medios de comunicación parecen esforzarse por ver quién es más cortesano. Dan náuseas.

No desesperemos. Como nos han inculcado, siempre nos quedará la esperanza de que algún sorteo nos arregle definitivamente la vida y no tengamos que pensar más en el trabajo. Nos aplicaremos entonces eso de ande yo caliente y ríase la gente. Mientras tanto, tenemos fútbol de Primera, tenemos procesiones, tenemos tapas gratis… Como para quejarse, vamos.

*Foto extraída de Hola.com

Comentarios en este artículo

  1. Un whisky doble, por favor.

    Encarni
  2. Para ti siempre hay barra libre, Encarni.

    Guillermo Ortega
  3. Pero joder haberlo dicho, nos hubieramos ido a buscar un bar rapido y ligero. Whisky con hielo. Marchando. Siempre nos quedarán los intercambios culturales

    manologranpa
    • La próxima vez, sin falta. ¡¡Y que no falten los intercambios culturales!!

      Guillermo Ortega
  4. Lo malo de todo esto es que nos conformaremos mientras podamos comprar ese cochecito nuevo a plazos que sale por la tele con un alerón to guapo, tengamos bazofia de la buena en la tele con la que desconectar el cerebro y un montón de bares donde irnos a cagar en la madre que parió del presidente de turno. Otra cosa no haremos y los ricos se harán más ricos y punto. Pero si yo llego a los setenta y la cosa sigue así, como dice mi cuñao, yo me compro un tanque y me recorro media España dando zamburriazos a todo el que vaya en traje y corbata o con según qué pin en la solapa. Y luego digo que se me ha ido la olla y qué dónde estoy. Y ya de remate me meo encima para que me lleven a casa con una sonrisa de oreja a oreja.

    Toni
  5. ¡Y yo que lo vea!

    Guillermo Ortega
  6. Se cumplen los mejores deseos de los neoliberales, que ya en los 70 decían cosas como que un ciudadano debe poder vivir con hamburguesas de dolar, y por lo tanto, con un sueldo mediocre. No es nuevo lo que nos pasa, viene importado, lleva años pasando en el país más rico del mundo.

    ¿Una cerveza?

    Antonio Casas
    • He leído esto a las 9,30 de la mañana y mi religión me impide beber a estas horas. Gracias, no obstante.

      Guillermo Ortega

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