28
noviembre

Sea milenario para esto

Vista-Albaicín (1)

Los jubilados y los parados no tenemos demasiado que hacer, así que buscamos actividades para distraernos.  La petanca todavía no me tienta, ni tampoco el dominó, pero sí que me gusta bastante eso de dar largos paseos. No me paro a ver las obras, no es mi estilo; yo soy más de apretar el paso, lo cual tiene el aliciente de que ayuda a eliminar grasas y la ventaja adicional (aunque en clara contradicción con lo anterior) de que abre el apetito y hace así más apetecible la tapilla y el vinito antes del almuerzo.

El caso es que el otro día mi caminata me llevó al Albaicín y allí constaté que le están metiendo mano al precioso Palacio de Daralhorra. Después de exclamar para mis adentros un «¡por fin!», se puso en marcha el rebobinado mental, que es un proceso que, como sabemos, se activa de manera automática.

Mi cabeza ya no es lo que era, la memoria a corto plazo ha sufrido daños severos y, me temo, irreparables. Pero vagamente sí es capaz de recordar que poco después de llegar yo aquí fue cuando el por entonces presidente de la Junta, Manuel Chaves, anunció que los mil años de la constitución del Reino de Granada se cumplían en el 2013 y que, para recordar ese notable acontecimiento o efeméride, se harían un montón de cosas.

 Fue hacerse el anuncio y revolucionarse el panorama

Según he comprobado, eso fue el 26 de octubre de 2007, y fue hacerse el anuncio y revolucionarse el panorama. La crisis estaba a la vuelta de la esquina pero por entonces lo desconocíamos. Felices y despreocupados, los políticos empezaron a fantasear con la idea de que Granada fuera una fiesta continua, la envidia del mundo. Las ruedas de prensa tendían a la euforia, se hablaba de que en 2013 la gente no iría ni en coche ni en bici ni en moto, porque ya estaría en marcha el metro, o el tranvía, como otros preferían llamarlo. Y el AVE llegaría desde Madrid cargado hasta los mismos bordes de turistas con los bolsillos repletos de dinero y dispuestos a gastarlo, por ejemplo, en una noche en la ópera, porque tendríamos un Espacio Escénico en el que actuarían los más grandes. Y todo sería progreso y bienestar, y qué alegría, qué alboroto, otro perrito piloto…

No hará falta que me extienda mucho en lo que sucedió después. En resumen, todo lo que pudo salir mal, salió peor. El consorcio encargado de la organización tardó más de dos años en constituirse y la primera persona que estuvo al frente, David Aguilar, terminó por irse, porque, por decirlo suavemente, no lo vio nada claro. Las instituciones decían que apoyaban la idea pero se quedaban en eso. Para los socialistas, que mandaban en el país, hablar del Milenio era algo cada vez más incómodo. El PP, mientras, aprovechaba para echar más leña al fuego y pedir la luna: en junio de 2008 reclamó un plan plurianual de inversiones, a razón de 500 millones de euros al año. Yo hay meses que eso no lo gano.

El AVE, a la vista está, no ha llegado. El metro (o el tranvía) sigue en construcción, y al lado de un edificio que gira hay un solar en el que cualquier tenor que lo tenga a bien puede ponerse a cantar, pero eso y la maqueta que hizo Kengo Kuma es lo único que recuerda el proyecto del Espacio Escénico.

Se ha terminado recordando con una serie de exposiciones que no atraen a hordas de turistas

Al Milenio se asociaron otras obras de menor envergadura, y de hecho hasta recibieron consignación presupuestaria para realizarse, pero tampoco han finalizado. Ni está lista la Escuela de Fiscales en el antiguo Banco de España, ni hay nada parecido a un Parque de la Vega, ni tampoco ha concluido la remodelación del Palacio de los Enríquez, en Baza. La efeméride, o notable acontecimiento, se ha terminado recordando con una serie de exposiciones que, por más que reciban nombres rimbombantes (a una la llaman magna, por ejemplo) no atraerán a hordas de turistas. Ni en AVE ni en autobús.

Todo tiene una causa y esa causa es la crisis, no soy tan idiota como para ignorarlo. Lo que sí me ha asombrado en todo este tiempo es el no haber oído, visto o leído una explicación así de franca por parte de algún político. Me habría encantado que alguien contara, con lenguaje simple y llano, que sencillamente se emocionaron y el asunto se les fue de las manos, que quisieron contagiar alegría (no diré yo que por motivos electoralistas, no voy a pensar mal) y que luego tampoco les pareció bien desilusionar a nadie (no osaré intuir siquiera que temieran un cambio de tendencia en las urnas) y se limitaron a callar, a ver si así la gente se olvidaba poco a poco de sus promesas.

¿Pedir esa pizca de sinceridad es demasiado? Sí, claro que lo es, cuidao con la pregunta…

*Fotografía del barrio del milenario barrio del Albaicín visto desde la Alhambra.

Comentarios en este artículo

  1. Muy atinado. Pero difiero en una cuestión. Si el Milenio no ha servido de nada no ha sido por la crisis sino debido principalmente por la incapacidad, ineficacia y desvergüenza de los políticos que representan a Granada en Sevilla y Madrid, los mismos que se llenaron la boca de promesas hace un lustro, justo en vísperas de elecciones…

    MisterGubu
    • Muchas gracias por su comentario.

      Guillermo Ortega
  2. Claro que es demasiado. Como lo es pedir a un político que sea un buen gestor de los recursos públicos (¿eso quéh lo que éh?).

    Encarni
    • Buen gestor de los recursos públicos. Mmmm, no sé, miraré en wikipedia a ver qué encuentro.

      Guillermo Ortega
  3. Artículo muy acertado,como todos los tuyos,enhorabuena primo

    CARLOS NADALES
    • Muchas gracias, Carlos. Un abrazo fuerte.

      Guillermo Ortega
  4. «Las promesas de un político». Buen título para un libro. Seguro que salen un montón de referencias en la esquina de cada pueblo a promesas incumplidas. Pero es cierto lo que dices que luego nadie les pide cuentas cuando no cumplen ni una y como la memoria es frágil… Tu memoria estoy seguro de que es mucho mejor que la de muchos, pero muchos que nos han gobernado, nos gobiernan y nos gobernarán. ¡Un abrazo!

    Toni
  5. Mi memoria no es lo que era, pero hay cosas que no se olvidan. Gracias, amigo.

    Guillermo Ortega

¡Danos tu opinión!

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *