Ahora mismo soy la viva imagen de un dibujo animado: tengo a un lado de mi cabeza a un ángel y al otro a un demonio, y me están enviando mensajes absolutamente contradictorios entre sí. Uno me dice que condene una cosa y el otro, que la justifique. Lo malo de todo es que los escucho y no tengo nada claro cuál es el ángel y cuál el diablo.
Supongo que están bastante más enterados de la historia porque leen más prensa que yo, pero les resumo: el presidente de la Comunidad Valenciana, Alberto Fabra, fue abucheado, insultado e increpado por trabajadores de la Radio Televisión Valenciana pocos días después de que el Ejecutivo autonómico decidiera cerrar el ente público. Según coinciden todos los medios, se produjeron momentos de tensión y una periodista terminó en el suelo, no se sabe muy bien si porque tropezó o porque la tiró un miembro del equipo de seguridad del dirigente político. Por las imágenes que he visto, yo diría que lo segundo. Pero que el detalle no se coma lo principal. O que los árboles no nos impidan ver el bosque.
Lo importante es la protesta en sí e incidir en que algunos medios afines al presidente ya han salido diciendo que ese tipo de actos son intolerables, que la violencia no arregla nada (al parecer, algunos de los manifestantes escupieron y dieron patadas al coche oficial del presidente valenciano) y, relacionando lo ocurrido ahora con lo de hace una semana en Granada con Pérez Rubalcaba, han insistido en que por cosas así hace falta más mano dura. O lo que es lo mismo, la Ley de Seguridad Ciudadana que prepara el Gobierno central. Ley que, por cierto, critica el principal partido de la oposición, aunque habría que ver qué haría si estuviera al mando.
Debe ser por la edad, pero no puedo evitarlo: me retrotraigo a las protestas del sector naval cuando la reconversión industrial de los años ochenta, a las imágenes de trabajadores de los astilleros de Cádiz lanzando tuercas con tirachinas y quemando neumáticos en mitad del Puente de Carranza, a mineros enfrentándose con policías durante huelgas salvajes en Asturias. Eran actos que iban mucho más allá del mero abucheo a un político o de la patadita al coche que le costeamos todos, pero aun así tenían, no sé, un halo romántico. O por lo menos la gente tendía a explicar su reacción diciendo que estaban desesperados, que luchaban por el pan de sus hijos, argumentos de ese tipo.
Por lo visto nosotros, como somos educados y tenemos estudios, no podemos osar rebelarnos
Ahora no, por lo visto. Ahora echas a cientos de periodistas a la calle y los condenas a la miseria (porque es eso lo que les espera a la mayoría, dada la situación del sector) y nosotros, como somos educados y tenemos estudios universitarios, tenemos que agachar la cabeza, no podemos osar rebelarnos. ¿Conque esas tenemos, eh? Pues sí que podemos, mira por dónde. Y debemos. ¿Dónde está escrito que debemos respetar al que nos quita el puesto de trabajo? ¿Dónde que tenemos que ir al matadero como borregos?
Lo suyo sería que los políticos temieran al pueblo, y no al contrario. Que se dieran cuenta de que es el pueblo el que realmente tiene el poder y que ellos no son sino unos tipos a los que pagamos el sueldo para que administren nuestro dinero y nuestros asuntos, no para que mantengamos sus privilegios. Con el tiempo se han ido acomodando en su atalaya de tal manera que han perdido por completo la verdadera perspectiva de las cosas, si es que algún día la tuvieron.
No se conforman. Ven que quedan reductos de rebeldía, gente que no se resigna, y en consecuencia quieren blindarse todavía más. Por eso preparan una ley que castigue con la dureza que juzgan necesaria cualquier atisbo de protesta. Para que, además de en el paro, o en el mejor de los casos con el sueldo recortado, estemos encima asustados. Porque en cuanto saquemos lo más mínimo los pies del tiesto, nos tocarán el bolsillo. De seguir así, muy pronto será una falta grave decir de la infanta Cristina algo distinto a que es una bellísima persona.
PD: Que me llame anglófilo el que quiera, pero prefiero que la banda sonora de esta entrada sea este tema que el manido A las barricadas. El elegido tiene algunas cosas que no pegan con el artículo ni con cola, pero otras sí, y mucho. Sobre todo el estribillo.
http://www.youtube.com/watch?v=n-u1dm6cb58
*Fotomontaje publicado por la revista satírica El Jueves.
Con el 15M la sociedad parecía haber entendido que una cuota de poder, nada despreciable, le pertenecía al pueblo. Era un espejismo. Nos dejaron creerlo un tiempo, luego entendieron que con esperanza el miedo no funciona.
I. R. C.
O que con miedo la esperanza no funciona.
Guillermo Ortega