09
enero

Árboles, bosques y trenes

capirote

En ocasiones no sé si los árboles nos tapan el bosque o si los plantan/plantamos delante para que no lo veamos. Teniendo en lo alto lo que tenemos, me alucina que decenas de compañeros de oficio (vía patio de vecinos-Facebook, por lo menos, y seguro que por otros medios que no he escrutado) hayan dedicado buena parte de su tiempo en los últimos días a comentar la jugada. Ya saben: un periodista de Intereconomía que insta una y otra vez a presos etarras recién excarcelados a que pidan perdón por sus crímenes.

Que si estuvo bien, que si estuvo mal, que si para provocadores ya está El Follonero, que si los periodistas no deben convertirse en protagonistas de la noticia, que a ver si en realidad ha estudiado la carrera, que si en el fondo todos pensamos lo que él pero nadie tiene huevos de decirlo en voz alta… En fin, todos discutiendo sobre si la abuela fuma y resulta que nos olvidamos de algo: de que pocos días antes, ese mismo grupo de comunicación que tanta publicidad gratis se ha hecho, cerró su periódico, La Gaceta de los negocios.  Tentado estoy de decir que, gracias a ese ardid, el eco de ese cierre se ha visto bastante atenuado.

Ya, ya estoy oyendo al rojillo del fondo: «Pues me alegro, porque ese era el periódico de los fachas y nada más que decía mentiras y barbaridades». Pues no, querido, no. El periódico sería todo lo facha que tú quieras, pero al cerrar la puerta, además de privarnos de sus descacharrantes portadas, ha dejado en la calle a 150 personas. Y eso es siempre una mala noticia para esta profesión. Siempre, sin excepción. O al menos yo, en mis cortas luces, lo llevo viendo así casi desde que empecé, que ya hace mucho de eso.

Además, y esto es algo que probablemente no hará falta explicarlo a los periodistas, pero sí a los demás, ha de saberse que, también en este campo, el hábito no hace al monje. Que hay periodistas muy de izquierdas trabajando para medios muy de derechas y viceversa. Bueno, es cierto que Álvaro Calleja y un servidor colaboramos en su día en el ABC y los dos somos personas de orden y defensores a ultranza de la institución monárquica, pero eso es algo meramente circunstancial.

No hay nada que lleve a pensar que, en el periodismo, este ejercicio que ahora comienza sea el de la recuperación

El cierre de La Gaceta fue la última mala noticia para el gremio en un 2013 tan malo o peor que el año precedente, y no hay nada que lleve a pensar que el ejercicio que ahora comienza sea el de la recuperación y que todos los que perdimos nuestro puesto en uno u otro momento lo vayamos a recuperar de aquí a nada. De hecho, tengo para mí que seguiremos despertándonos con noticias de recortes, despidos y cierres. Sin ir más lejos, hace poco me llegaron rumores de que algo así sucederá pronto en un medio de Granada, pero no estoy autorizado a contar nada más.

¿Está todo perdido? ¿Tiene el periodismo las horas contadas, como sugiere el nombre de este blog? Seguro que habrá opiniones para todos los gustos, pero al tiempo que se aferran a la suya, me permito plantearles, al menos si están en el paro, que busquen La Idea, que se pongan a pensar en algo que hacer, por alejado que esté del sector, por si acaso resulta que las dos preguntas formuladas tienen respuesta afirmativa.

Que hagan como mi amigo Barri y sus socios, por ejemplo, que se han currado a base de bien un coworking monísimo en pleno centro de Granada. Que emulen a mis ex compañeras Caro, Blanca y Manuela y se monten una web tan cuqui y pizpireta como ellas mismas. Que amplíen el campo como lo ha hecho mi colega Julián y escriban de cosas relacionadas con esa buena vida que sin duda nos merecemos. Que tiren de talento, recursos y amplitud de miras, como Encarni con su útil dostextocero. Puede que ahora no lo vean claro, pero que más adelante resulte que es Su Tren, ése al que subirse para reengancharse a la vida laboral.

Cerca de mi puerta, por cierto, acaba de pasar uno. Y estoy resuelto a subirme. No sé si el viaje será largo o no, si me marearé por el camino o me llenará los pulmones de aire, pero lo voy a intentar como si me fuera la vida en ello. Posiblemente porque me va.

Sintiéndolo mucho, ocurren dos cosas: que en un orden de prioridades, lo primero va antes (frase que aprendí del nunca bien ponderado Ildefonso Sena, un ilustre que se resistió a cruzarse de brazos cuando lo prejubilaron) y que de donde no hay, no se puede sacar. Quiero decir que, a partir de ahora, escribiré este blog cuando pueda, y no cuando quiera. No me es posible garantizar una periodicidad fija, como hasta ahora.

Vamos, vamos, no me monten dramas, estoy seguro de que sabrán sobreponerse. Hasta pronto.

* Desconocemos el autor de la imagen. Un ejemplo más de las muchas utilidades que tiene el periódico. 

 

 

 

Comentarios en este artículo

  1. Muchas gracias, Guillermo, tú sí que eres cuqui. Ojalá que este año no falten los nuevos proyectos y qué tú los escribas. Un beso.

    MyMadness
    • Otro para vosotras.

      Guillermo Ortega
  2. Gracias por el piropo. Deseo con todas mis estragadas fuerzas que ese tren de 2014 nos lleve a un lugar mejor, o que al menos el viaje nos deje paisajes de los buenos. Y mientras, nos iremos tomando algo en el vagón restaurante.

    Encarni
  3. Tómate lo que quieras, ya sabes que estás invitada. Gracias.

    Guillermo Ortega
  4. Me gusta ese espíritu positivo. Yo del tipo raro ese no hablo mucho. Me parece que el follonero se buscó su lugar con profesionalidad y este busca hacer ruido para encontrar su hueco y llenarse el bolsillo. También me ha gustado saber que eres un defensor a capa y espada de la monarquía. Yo también le tengo mucho cariño a nuestro campechano rey. 😀

    Toni
  5. Tengo entendido que en Intereconomía no están precisamente al día en los pagos a sus empleados. O sea, que lo de que ese «tipo raro» se está llenando el bolsillo lo pongo en cuarentena. Gracias.

    Guillermo Ortega

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