De un tiempo a esta parte me hablan de asuntos periodísticos y ya es que ni atiendo, escucho como el que oye llover. Apenas he especulado (y con argumentos prestados, para más inri) con las causas del despido de Pedro Jota, cuando eso, en mis tiempos mozos, me habría dado para horas de conversación. Me topo con debates en la Red sobre el presente y el futuro de la profesión, con iniciativas para su transformación, y sencillamente me los salto, me aburren una barbaridad.
Soy y seré periodista, lo dije y lo mantengo. Como dijo Walter Matthau en Primera Plana, «no se le pueden borrar las manchas a un leopardo ni enganchar un caballo de carreras a un carro»; pero el no ejercer está haciendo que pase cada vez más de estas cosas. Me gustaría ser optimista, o simplemente me conformaría con tener más criterio. Lo estoy perdiendo, como la memoria a corto plazo. Veo, porque de lo contrario estaría ciego, que el periodismo tal como estaba concebido hasta ahora se desangra, y no sólo no tengo nada claro qué le deparará el futuro a este oficio sino que tampoco me interesa mucho indagar sobre eso.
El nuevo modelo no lo termino de ver. Imagino que quedará alguien para contar lo que pasa, hasta ahí llego. A partir de eso, ni idea
Imagino que alguien quedará para contar lo que pasa, hasta ahí llego. A partir de eso, ni idea. El nuevo modelo, el futuro escenario, por emplear la expresión de la que más se abusa ahora (más aún que del adverbio básicamente, que ya es decir), no lo termino de ver. Es probable que haya cada vez más medios serviles al poder económico (que, no nos engañemos, es el único que realmente manda) y que, frente a éstos, subsistan francotiradores que bastante harán si logran sobrevivir. Y habrá también, ya los hay, medios que se las den de imparciales y libres y que en el fondo sean sectarios.
Pero ya digo que es algo en lo que tampoco invierto demasiado tiempo. El que tardo en escribir estas líneas y poco más. Alguna foto, es cierto, me lleva a reflexionar. El otro día vi una que aparecía en un número especial que ha hecho un periódico en el que trabajé y que ahora celebra su vigésimo quinto aniversario. El que la puso en Facebook felicitaba a todos los que, en algún momento de esa larga historia, estuvieron en ese barco. Me sentí identificado, faltaría más después de haberme pasado allí trece años, pero ese rotativo pertenece a un grupo que ha echado a un montón de gente brillante, valiosa, estupenda. A algunos de los que salen en esa foto les dieron la patada, de hecho. Y eso me pesa, me pesa demasiado.
Quizás soy muy rencoroso, pero todavía miro atrás con ira. A lo mejor, para ver las cosas con objetividad, es cuestión de tomar distancia, como en todos los demás asuntos de la vida. Estoy en ello, lo prometo, cada vez hablo más de mi vida de periodista como una cosa del pasado. Porque no me veo sentado otra vez delante de un ordenador para escribir noticias, reportajes, crónicas.
El Roto, que es un genio, dibujó hace poco en una viñeta a un señor al borde de un precipicio y le puso este comentario: “Trabajador de mediana edad asomándose a su futuro”. No es que piense que los periodistas como colectivo no tenemos futuro, ni tampoco las personas que de buenas a primeras nos hemos visto en la calle cuando ya no tenemos edad de vivir con nuestros padres, que somos legión. Pero muchos, muchísimos, no tienen (tenemos) futuro en la profesión que eligieron (elegimos). Eso es así. Quien quiera negar la evidencia, que lo haga.
No tengo ganas de seguir escribiendo de periodismo, y se supone que ésa es la filosofía de este blog. Sí, ya sé que me desvié del camino todas las veces que quise, pero estas parrafadas semanales estaban concebidas, fundamentalmente, para abordar cuestiones relacionadas con el oficio de contar lo que pasa. Y ya no me apetece.
Quería llegar a las sesenta entradas (siempre habría dicho sesenta artículos, hay que ver cómo cambian las cosas) por aquello del simbolismo, porque una hora tiene sesenta minutos. Contados. Me quedo en el filo, en 56. Pero puestos a hacer juegos de palabras, se me ocurre que éstas podrían ser unas Horas Cortadas.
Si Pepe no me hubiera echado, probablemente no habrían existido las Horas contadas. Si Calleja no me hubiera reclutado, tampoco
Seguiré escribiendo, porque escribir es una de las cosas que más me gusta hacer. Lo haré sobre esto y lo otro, para mí o para difundirlo Urbi et Orbe, según me dé. Si puede ser en este medio que me dio cobijo cuando tanto lo necesité, muchísimo mejor. Me he sentido siempre tan arropado (y a la vez, paradójicamente, tan libre) que no puedo sino manifestar a todos sus integrantes mi gratitud perpetua. Sobre todo a Álvaro: él y José Joly son, más o menos a partes iguales, los responsables de que me diera por esto. Si Pepe no me hubiera echado, probablemente no habrían existido las Horas contadas. Si Calleja no me hubiera reclutado, tampoco.
Es hora de cerrar y toca dar las gracias. A todos los que alguna vez han leído estas líneas, a los que tuvieron a bien aportar algún comentario (ahí, Encarni y Toni se llevan el premio a la constancia y la fidelidad, benditos sean), a los que le dieron al me gusta, a los que me dijeron al verme que les gustaba lo que hacía… Y por supuesto a Belén, porque siempre está ahí y porque la quiero.
Dicen que gracias es la palabra más bonita del diccionario. Hay otras excelentes, no nos engañemos: guatemalteco, iconoclasta, extravagante, nodriza, parterre… A tita Ari y tita Bel les encantaba analizarlas y apuntarlas. Pero a lo que iba: que gracias tampoco está nada mal. En serio.
En el último artículo de mi sección El patio político, que escribía cuando estaba en Granada Hoy, terminaba diciendo que no vería nada mal que mi epitafio fuera éste: “A veces fue un placer”. Añadía que escribir esos patios siempre lo fue. Aplíquese lo mismo para estas Horas que dan el carpetazo. Besos.
PD: Me quedaré algunos días a la expectativa para contestar si alguien manda un mensaje. Pero por pura vanidad, ¿eh?
*Fotografía de George Krause ‘Newspaper’
Una actitud totalmente comprensible, y al mismo tiempo desesperanzadora. Todo lo que conocíamos se ha caído ante nuestras narices y lo peor de todo, que ya no tenemos ni el ánimo de levantarlo.
Gracias por esos 56 artículos.
Alberto
Gracias a ti, Alberto. Lo expresas muy gráficamente.
Guillermo Ortega
He leído todas o casi todas tus «entradas» y me han gustado (todas o casi todas). Gracias Guillermo.
Antonio Rodríguez Vázquez
Gracias a ti, Antonio. A toro pasado, ahora pienso que me habría gustado que la gente hubiera podido tener la opción de darle al «no me gusta» o comentarme más a menudo qué entradas/artículos no le gustaron y por qué.
Guillermo Ortega
Tengo pendiente elaborar una lista, no sé si de 10 o de 100 frases cortas de la historia del rock que me han marcado como versículos a un predicador obsesivo compulsivo -igual me puedes ayudar-. Algunas las tengo en mente, de Nick Drake, de Dylan, de Neil Young, de Serrat, de Kiko Veneno o de los Smiths. Pero aquí recupero una que me parece acojonante:
«You can’t say we never tried».
Espero que esa indolencia que te ha provocado el colapso de la profesión no te borre el tatuaje. Como por aquí ya sabemos que ideas te sobran, te seguiremos de cerca.
Luis Arronte
Entónese como en el Carnaval de Cádiz: ¡¡Qué bonito, hijo!!
Guillermo Ortega
Nooooooooooo!
Te odiaré por dejarme sin horas contadas
Nieves García Prados
Sobreponte, querida…
Guillermo Ortega
Totalmente identificada. Cada vez me interesa menos hablar de periodismo, leer de periodismo… Sinceramente ya me da igual el futuro de la profesión, aunque eso no quiere decir, como bien apuntas, que soy y siempre seré periodista.
Maria Ángeles
Pues aquí vengo en tu bienvenida a otras cosas. Mientras sigas escribiendo, qué importa donde. Te leo allá donde estés. 🙂
Toni
Para María Angeles: eres y serás buena periodista. Y a ver cuándo nos vemos para hablar… de cualquier otra cosa.
Para Toni: qué te voy a decir ya a estas alturas, salvo que yo también te leeré hasta debajo del agua.
Guillermo Ortega
La profesión ya no es, y nunca más será, la que nosotros conocimos. No está mal seguirle la pista desde fuera, sin implicarse y sin darle más importancia de la que tiene, pero es cierto que cada vez estamos más cansados, desencantados y (al menos yo) deseando pasar página profesional cuanto antes y de una vez por todas. No me da ninguna pena.
A ti, por supuesto, estoy segura de que te voy a seguir leyendo. Así que por ahí tampoco paso pena alguna. Les sugiero a los amigos de granadaimedia, si aceptan sugerencias, que te propongan algo «jugoso»; tal vez un diario de viajes, o un cuaderno de perfiles. Seguro que lo disfrutaríamos todos. Un besazo.
Encarni
Te entiendo perfectamente porque yo también descubrí un día que la que había sido mi profesión ya no merecía más que recuerdos borrosos con el filtro de lo amable. Se te echará de menos, vecino. Un beso.
Carmen Robles
Morimos en el mismo mar procedentes de distintos ríos. No soy periodista, creí serlo durante un tiempo y me pagaron por ‘ejercerlo’ . Ahora sé que nunca lo fui y que me confundió la pasión por la comunicación. El periodismo es como un maltratador, primero te enamora, después te hace creer que nadie te dará tanto como él y cuando te tiene convencido de que no sabes hacer otra cosa, el amor se acaba y los palos empiezan a doler. Eres un gran comunicador y tienes muchas cosas que contar. No nos gastes la putada de dejar de hacerlo porque este desgraciado oficio te haya hecho creer, por un solo instante, que no hay vida dentro de la comunicación fuera de la que ofrece el periodismo. Un abrazo
esther
No sé, yo estaba pensando más en escribir la Gran Novela Americana (desde el barrio del Realejo, que tendría más mérito) o en lanzarme de una vez por todas al Musical. Pero gracias por la sugerencia.
Guillermo Ortega
Por lo que veo, si formamos un Club de Desencantados del Periodismo tendríamos que alquilar un local bien grande para reunirnos. Gracias, Carmen. Un beso.
Guillermo Ortega
Por partes: mi penúltimo comentario era para contestar a Encarni. El último, para responder a Carmen. Ahora viene el de Esther: te expresas muy bien y comparto algunas de tus opiniones. A mí no se me hubiera ocurrido comparar al periodismo con un maltratador, pero es una reflexión que da que pensar. De lo que puedes estar segura es de que no he creído ni por un instante que no hay vida fuera de la comunicación ni del periodismo. Ni lo uno ni lo otro han sido nunca, y digo nunca, lo más importante de mi vida. Primero están mi mujer y mi hija, y después algunas cosas más. Gracias.
Guillermo Ortega
Dicen que cuando el sabio señala la verdad, los demás miran al dedo. El problema es que cada vez quedan menos dedos que mirar. Ahora, uno menos…
dbf
No, si al final me voy a echar a llorar y to…
Gracias, querido DBF, amigo y compañero.
Guillermo Ortega
Vaya, Guillermo. Echaremos tus Horas Contadas de menos, porque a ti no vamos a renunciar, aunque te veamos de Pascuas a Ramos.
Suerte, muchachote
Jorge Muñoz
Ahora que lo dices, ya va siendo hora de que nos veamos y rompamos a beber. Elige día y sitio. Supongo que contaremos con los compañeros de siempre. Un abrazo, amigo.
Guillermo Ortega
Coño, lo de la Gran Novela Americana mola mucho. Brindo por ella.
Encarni
Nosotros nos perdemos el regalo de tus palabras y poder presumir de ellas desde GranadaiMedia… pero tú te pierdes las cena de Navidad de este año, no sé si lo has valorado bien… Quién sabe si 2014 nos da hasta para una cesta 🙁
Rocío S. Nogueras
Espera un momento, me corresponde mi parte proporcional. Así que si hay, qué se yo, doce jamones en cada cesta, me toca uno y medio.
Guillermo Ortega
Ole, ole y ole,.. y la tercera novela no la dejes, que hable de vinos, o de borrachos… como el q dijo
«la vida es una barca… (Calderón de la mierda)
un abrazo siempre, hermano.
jesus mescua
Es magnífico saberte siempre ahí, hermano. Un abrazo fuerte.
Guillermo Ortega